
Un paseo por la ciudad de Quito permite contemplar edificaciones imponentes, cargadas de historia y simbolismo, como la Basílica del Voto Nacional.
Imagina caminar por los mismos senderos que cruzaron tus ancestros. Levantar la vista al cielo y encontrarte con la descomunal estructura de una iglesia, con su interior hecho de piedra y de oro donde se refugian los santos y el Todopoderoso. Tienes frente a ti una imagen cuyos colores te estremecen, aunque los siglos le pasaron por encima. Caminar frente a las casas de personajes que los libros sus nombres pronuncian cuando se habla de la libertad y el progreso de tu ciudad, observar sitios que todavía se mantienen en pie y ver en ellos algo más que simple materia: el pasado y la historia de tu pueblo.
¿Sabes cómo se llama todo eso?
La UNESCO define el patrimonio como «el legado que heredamos del pasado, con el que vivimos hoy en día, y que transmitiremos a las generaciones futuras. Nuestro patrimonio cultural y natural constituye una fuente irremplazable de vida y de inspiración”. Es el baúl de tesoros de bienes tangibles e intangibles, dotados del significado de los valores de nuestro pueblo, siendo un registro de sus orígenes y con una carga sentimental que acarrea a través de los años.
Quito es el mejor ejemplo de cómo el patrimonio no solo se mira, sino se siente y se vive la herencia inmortalizada en cada obra arte, manteniendo vivas las costumbres, creencias y rituales que definen la identidad de la ciudad. Quito es la prueba de cómo el pasado y los tiempos modernos interactúan, haciéndolo más valioso. Por lo tanto, Quito y su Centro Histórico son destinos imperdibles para los extranjeros y los mismos locales que buscan explorar los misterios y el encanto de la capital mejor conservada.

Quito, la Carita de Dios